Un llamado a los educadores democráticos


Un llamado a los educadores democráticos

El mundo, la sociedad y la educación han evolucionado y adaptado sus procesos y metodologías para estar al servicio del modelo neoliberal capitalista, cuya principal prioridad es cubrir las demandas del mercado, debido a esto, los modelos de educación se han tornado en la mayoría de las instituciones educativas, desde la básica hasta técnica y universitaria, así como para la mayoría de educadores y educandos, en un modelo bancario de consignación de información, en el que la prioridad es la acumulación de información separada de su contexto ético con el fin de profesionalizar para el trabajo y asegurar la productividad a futuro, más que una formación holística de seres humanos integrales que pueden convertir críticamente la información en conocimiento.

En medio de esta sobrecarga de información tecnificada que se enfoca más en entrenar técnicos y laboristas, y en medio de una sociedad cada vez más “preparada” pero cada vez menos humana, es una necesidad esencial el que los educadores replanteen el concepto actual de ética, ya que este también ha sido tergiversado de acuerdo a las necesidades del mercado, y  aunque en las aulas se suele pregonar con este tema, muchos docentes y educadores no tienen un actuar acorde con estos principios y valores que el mercado valora como lo positivo y lo negativo, ya que al final de cuentas se trata solo de conveniencias destinadas a crear agentes consumidores y agentes productores, en vez de personas. Ante esto, es una responsabilidad de los educadores democráticos y liberadores tener una claridad política para identificar las manipulaciones ideológicas que buscan deshumanizar al humano para que el pequeño porcentaje sobre el pequeño porcentaje de personas a cargo de todo puedan enriquecerse con las ganancias del mercado.



Nos encontraremos entonces con un dilema pedagógico y humano que en buena parte explica el miedo a la ética que se maneja en esta modernidad, ya que la enseñanza de la ética podría tomarse como una imposición de doctrina, más aún cuando el docente inconsciente sesgado por posiciones de privilegio se ocupa de imponer reglas y normas supuestamente de ética de bien hacer, democracia, solidaridad, justicia, igualdad y libertad de expresión y pensamiento, mientras castigan a alumnos que se rehúsan a someterse a un sistema que estandariza las mentes de los alumnos como robots en blanco esperando a ser escrita su programación.



Cuando se habla entonces de que un docente es democrático y su enseñanza liberadora, es necesario que el docente entienda que la autentica práctica del educador consiste en negarse a asumir que tiene el control de la vida, las inclinaciones y aspiraciones de los educandos puesto que esas son características de una educación paternalista         y que podría incurrir en el proyectar los objetivos, ideologías y aspiraciones del educador en sus estudiantes. Contrario a esto, lo que una enseñanza liberadora busca es fomentar el pensamiento crítico y autónomo para que los estudiantes se apropien de su historia y sus decisiones, es así como los profesores superan el hacer una labor meramente instructiva para asumir una postura ética frente a la educación de las nuevas generaciones.



Referencias:

1.     Freire, P., Araújo Freire, A., & Arijon, T. (2014). El Maestro Sin Recetas: El desafío de enseñar en un mundo cambiante (pp. 50 - 67). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI Editores.


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